Así lo pienso, así lo veo… Eutanasia.

Si bien es cierto que la palabra Eutanasia genera mucha controversia, señalara que es por la carga, la lucha de criterio y el conflicto de emociones que se concibe en y con nosotros mismos pero también no es menos cierto que no entenderíamos hasta que al menos la misma nos pegara de cerca.

La disyuntiva estaría en que muchos pensarían que asistir a alguien en este contexto sería contrario a sus creencias religiosas porque, Dios es dador y quitador de Vida. Sin embargo, no es la discusión que se pretende en este pensamiento, sino la polémica que se crea internamente con las personas al tener que decidir y al mismo tiempo no querer dejar ir al ser querido aún en la más tormentosa y crítica etapa final.

Pese a que esto está ceñido a las personas, no obstante no todo ser querido es exclusivamente humano así que ampliemos, por lo cual tendríamos que incluir en este pensamiento a los seres vivientes con igualdad en cariño y en ocasiones superables. ¿Por qué el sentido de culpabilidad, si alguno? ¿Por qué el sentido de negación? ¿Por qué este sentido de pertenencia que me lleva al egoísmo? ¿Por qué el amor en esta circunstancia envuelve la muerte?

Por un lado, si me pongo en los zapatos del “beneficiado” es decir del paciente, este saldría de ese martirio invivible hacia el ubi sunt, por el otro lado el gestor jugaría a Dios para aquellos que le hayan inculcado esto, pero más allá de eso también por ese lado el apego a no dejar ir por consiguiente eternizar el sufrimiento convirtiéndonos en seres mezquinos, egoísta, crueles, etc., etc., etc.

Realmente no lo sé, porque si estuviera en esa situación, el conflicto de emociones acabaría con mi persona quizás al punto de irme antes que el enfermo. Esto puedo asegurarlo y enfatizo que para aquellos en esa posición mi más grande y valioso respeto. Ahora bien, despegándonos del sentimentalismo asumo que el Dr. Jack Kevorkian (padre de la muerte asistida) lo vio desde una perspectiva compasiva hacia el Ser de tener y merecer una muerte digna. Ello significa irse en paz (no con práctica del capitalismo y los planes médicos que buscan extraer el máximo beneficio antes de la muerte) pero eso es otro tema con mucha tela que cortar lo suficiente como para una entrada completa en el Blog.

De la Eutanasia o muerte asistida se desprende la complejidad entre la vida y la muerte en circunstancias particulares en la cual un ser se debate entre decidir si vive o muere para no soportar más la pesadumbre de una carga inaguantable al punto de rendirse y querer partir hacia el «descanso eterno» necesitando asistencia para poder consumarlo, pero esto a su vez pone al encargado en una posición extremada mente difícil.

Sincerándome un poco, ahora que lo pienso, preferiría el No sufrimiento extremo del ser amado, aunque ello implique no verlo nunca más, en lugar de perpetuar su agonía en tales circunstancias. Fuera de malas interpretaciones, en lo personal estaría de acuerdo estrictamente si mi ser querido así lo estuviera y en el caso que no pudiese decidir, créeme que la decisión sería basada en lo mejor para él o ella en estricto criterio.

Normalmente, lo vemos desde el punto de vista externo, pero imaginemos por un momento que uno mismo fuera quien necesitara la asistencia en este aspecto. En este caso ¿estarías de acuerdo en que se practicara o que vinieran a tu auxilio?, en mi caso creo que sí. ¿Por qué eternizar un calvario? ¿Por qué prolongar algo que es inminente a costa del tormento de un ser amado?, y por ese lado envolver a otros en tal agonía. Ciertamente, no son los casos que tienen esperanza de vida como por ejemplo una Coma o así por el estilo.