A Solas Conmigo Misma

Así lo pienso, así lo veo… La Mejor Inversión: Una Noche a Solas Conmigo Misma

Estar constantemente conectados a nuestro entorno y a otras personas, obviamente como seres sociales, es parte de nuestra naturaleza. No obstante, a veces puede ser agotador, así que, para desconectarse del mundo exterior y reconectarse con uno mismo, o sea, con tu yo interior, es recomendable dedicarse tiempo en otras palabras invitarte a pasarla bien contigo mismo/a.

Algunas actividades que pueden ayudarte a disfrutar de tu propia compañía son leer un buen libro, escribir en un diario, meditar o incluso preparar una comida especial solo para ti. Yo opté por ir a “janguear” conmigo misma. Hacerlo me brindó una oportunidad única para redescubrirme, y quiero compartir cómo una noche a solas fue una de mis mejores inversiones personales.

Heineken Light

Llegué a un sitio en específico de comidas y bebidas; cabe destacar que el ambiente era acogedor, ideal para relajarme. Me senté en una mesa apartada, pedí mi bebida favorita, una Heineken Light, y aparté el celular para disfrutar del momento.

 Un aperitivo con un plato de queso blanco frito y unas alitasPoco a poco, me permití saborear cada sorbo. Después de un rato, pedí un aperitivo, en mi caso un plato de queso blanco frito, seguido de unas alitas fritas que devoré sin remordimientos —porque, ¿por qué no? Como estamos tan dependientes de nuestros dispositivos móviles, debo confesar que la tentación de contestar algunos mensajes era inevitable, así que de vez en cuando contestaba algunos a seres que, al desaparecerte un lapso corto, ya te extrañan. Aun así, me di cuenta de cuánto disfrutaba de mi propia compañía y de lo revitalizante que era desconectarme de las notificaciones por un rato, sentada allí, disfrutando de mi compañía y observando el entorno mientras saboreaba mi Heineken Light.

Conforme pasó el tiempo, en un momento inesperado, la mesa de al lado que estaba vacía de pronto ya no lo estaba. Tengo que destacar que uno de los individuos, al mover la silla para sentarse, casi la incrustó en mi rodilla, sin ningún tipo de miramiento ni consciencia; no pidió disculpas y simplemente siguió con su vida, como si no existiera nadie con la silla puesta en la rodilla. No fue hasta que uno de sus acompañantes llegó y, al notar la situación, retiró la silla y se disculpó. Por alguna razón, empecé a participar del tema en cuestión en aquella mesa con personas totalmente desconocidas, pero muy agradables, tan agradables que les dejé saber del incidente de la silla y la rodilla, del cual terminamos muertos de la risa por ese episodio.

La conversación fluyó; abordamos temas interesantes, expusimos puntos de vista, intercambiamos ideas, soluciones y propuestas concernientes a aquel tema. Terminado el tema e intercambio de pensamientos y añadiendo personas especiales a mi vida, continué conmigo misma, disfrutando de mi tiempo, de mi noche, en mi mesa, no por acto de aislamiento, sino de amor propio. Allí seguí hasta que, pasadas unas cuatro o cinco horas, decidí partir hacia otro lado con miras a continuar la velada conmigo, pero no es que hiciera mucha falta; ya me sentía renovada, feliz, plena, así que, al cabo de invertir una hora más a mi ser en otro ambiente, decidí retornar a casa, donde, para mi sorpresa, ocurrieron cosas espectaculares.

Esa noche fue un recordatorio de que mi bienestar no depende de otros, sino de mi capacidad de encontrar paz y alegría en mi propia compañía. Y eso es lo más importante de todo: una vez que consigues la paz y la alegría contigo, cosas maravillosas empiezan a suceder. Lo roto comienza a componerse, cosas o, digamos, situaciones que piensas que no tienen arreglo, que son imposibles de solucionar; doy fe de que se componen.

Puedo concluir que esa experiencia contigo mismo/a es poderosa y enriquecedora. Trae unos beneficios emocionales y mentales que, para poder entender, tienes que experimentarlos; es una sensación de empoderamiento de tu ser que hay que vivir. Sincerándome un poco: no puedes irte de este mundo sin experimentarlo. Al darnos tiempo para estar a solas, podemos descubrir una conexión más profunda con nosotros mismos. Sonará a cliché, pero tu entorno es el reflejo de tu interior. Tienes que estar bien contigo mismo/a para que lo que manifiestes esté en armonía, es decir, para manifestar un mundo en armonía, primero debes encontrar esa armonía dentro de ti. A veces, la mejor conversación que puedes tener es la que tienes contigo mismo/a, bajo la luz suave de una vela y el silencio de la noche.

Me encantó la forma en que fui capaz de crear un espacio para mí, donde pasé de disfrutar un momento introspectivo a compartir una interesante charla con desconocidos. Eso muestra que, incluso en la soledad, pueden surgir conexiones humanas inesperadas y significativas. Y, al final, volver a mí misma, encontrando esa sensación de plenitud y renovación. A ver cómo lo explico: es como una mezcla de introspección, autoaceptación y apertura a lo que la vida trae; en un momento tan sencillo como una noche a solas, se convierte en una gran lección de vida. ¡Vale experimentar!

 

Un comentario

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *